la primera canción
que el cuerpo atrapa
y bala victorioso
el diapasón vibrante
del plexo
el armónico ronco
la vocal musculosa
la monótona estrofa
de la nana persiste
subiendo y bajando
la trompa del vientre
el ensalmo feliz
y moribundo
que la fragua
sangrienta del cuerpo
secretamente inscribe
en la memoria
de tanto repetirlo
reincidir en la letra
es pensarlo de nuevo
delatando la lengua
deletreando las pausas
imitando los rasgos
de la noche
la consistencia rasa
entre estrella
y estrella
la primera canción
que nos empapa
ese fetiche murmurado
de la primera cena
que al resuello blindado
de mil madrugadas
irá tallando un rasgo
en el futuro ancestro
un hilo de voz tremolada
tendida desde la breve cuna
hasta la saga
Sergio Gobi
Berlín, julio de 2014