epitafio



ella no teje ni me espera

yo no fui un argonauta

ya estaba en el tártaro cuando la nave

apenas si era un tronco torcido hacia la cólquide



ella no teje ni me espera

rebosa de adormideras

el pan de sus ofrendas



mi cuerpo permanece en su molde

como esos frutos del mar muerto

que tan pronto los tocas

no son sino ceniza



repito una y otra vez

la vieja cantinela:

ella no teje ni me espera



estoy en la penumbra

no soy heracles contra la yegua de la noche

aquí no hay pesadillas

aquí no puede uno dormir o despertarse




(de Sitios, 1997)