En lugar





















Nada es como era
En la plaza donde estaba tu boca
pasa la ruta a Padua
Un griterío alrededor del parque
flota en lugar de tu pelo
y en el exacto pliegue
donde se abrían y cerraban tus ojos
ahora entran y salen
códigos de cajero automático

Ya lo sé, bien lo dijiste:
nada fue que no será
sino puchos en charcos de ceniza

En el semisueño, en la duermevela
desfila un limbo de muertos
sombras de entrañables amigos que,
como no pueden ya contar cuentos,
cuentan guita vencida
(Buscan series infinitas
entre el último número
y la única letra)

Las formas que el día adopta
para olvidarte son otro bestiario

»¡Nada es como será algún día!«
berrean los pastores de nonatos
como dormidas partículas
en un catre sin mundo

Hay una nostalgia insana
en ese anhelo

Debajo de los escombros
de la autopista, debajo
de paladas de escombros
tus senos porfían su frescura

Aquellos pibes mendicantes
de los semáforos parieron otros
aún más eclipsados y daltónicos

Yo: nada
Riego tu museo la mitad de las horas
Lavo y plancho tu ropa pulcramente
el resto del tiempo
Si la popa de la plancha
se detiene en la sisa
algo en mí se amedrenta y erecta

Las voces que invoco para calmar
el maremoto de tu pollera
parecieran decirte entera
patente, como si te esculpieran
a puro verbo

Pero no
A cal y canto
las voces que invoco calman
pero no dicen nada

¿Todo es lo que es?
¿Todo es lo que parece?
¿Ser es también apariencia?

Habito el presente

Me tocó en cielo y tierra
una muerte segura
Pero palpo tu vientre
y la que se posterga no es la mía
sino toda la muerte

Me toco el rostro y ciega
la infancia de un relámpago
vela la encrucijada del tajo
que divide leche y sangre

Es un lindo espectáculo de grúas
y gusanos reorganizando escombros:
un ojo de madera
un labio de obsidiana

La ciudad que se eleva
sobre tu mansedumbre
te ignora te ama


Imágen: superposición de dos obras de Marcelo de la Fuente