subte

ahora cede
ahora cabe en un puño todo esto
se la pasan tocando tus melodías por los altoparlantes
orfeo bajando al reino de los muertos

no era a mí a quien buscabas
fuiste y viniste de una punta a la otra arriba y abajo
revolviendo este helado amasijo promiscuo de miembros y cables
pateaste los enchufes umbilicales buscando
sólo un color de ojos una boca parecida a la tuya
cabellos desteñidos como los tuyos
color de cortaderas
dejaste la marca de tus uñas en el basalto y la marea
tu memoria intacta despertó la corriente y hubo aludes
¡menuda confusión fue dejando tu paso tu partida!
(miente quien diga que fue fuga nadie te puso freno)
un turbión:
la batahola que tus manos dejaban en el jadeo inerte del invierno
semillitas de amapola te juro
quedaron semillas de amapola en el jadeo inerte del invierno
suspendidas

como viejos cospeles
hay una cosa ahí que nadie guarda que nadie recoge
no es una ausencia ahora y han pasado mil años desde entonces
salvo que le digan ausencia al desmadre que es esto
a esta certeza de fin de insujeción
(aquella gravedad inversa que nos aplastaba contra el techo
ya no atrae a nadie)
como si todo estuviese en el mismo sitio ocupando
el mismo punto del espacio todos
cuerpos túneles y ofrendas
somos un ectoplasma aterido bajo una llovizna fija de adormideras


(de Sitio, 1997)