exégesis de un tango canción
Rotunda como un puño que calla la palma
escamoteando la línea de la vida
negra y tibia
compleja zoología
una paloma a cuerda se apeó del aire:
hizo su nido en la azotea
Estábamos del lado de la luz
y sin embargo
me pareció que la tanteaba en sueños
Por simpatía con la central del magma
-dijo su boca turbia-
submundo que te invito a que ignores
he sido teletransportada al techo de esta casa
Desde entonces
no paró de adiestrarme hasta el hueso
Si habré torneado cóncavo el fantasma
de naves parecidas
pero algo así ninguna
ninguna habrá jamás, ni hubo
ni siquiera ella misma
La noche con su sed de boludeces
te baja línea
Te aquerenciás a los dolores
pedís permiso al órgano dichoso
para empollar entre las tripas
tu devaluado fardo
Pedís clemencia y das a cambio lástima
Pedís limosna al atorrante amor
y te da una ponchada de vidrios rotos
una fortuna fuera de curso
que malgastás en resquemores
No sabemos hacer otra cosa:
echar unas cuantas carretas al camino
para envidiar un rumbo
invocar querubines
rogar a esos buchones de ala pulcra
nos protejan la cría, disimulen los baches
Es decir: pedís pista
No hacés más que pedir
Pedir peras, olmos, máquina, chorizos
-¿Y vos qué le dijiste?
-Me la quedé mirando
Se estaba haciendo día para entonces
Un goteo de luces
le ordeñaba el contorno del vientre
y desde allí subía sin esfuerzo a los techos
Me la quedé mirando hacia el vacío
como Rómulo bajo un techo de tetas:
abajo el empedrado
repetía mis gestos con la honesta
con la estúpida obsecuencia de los ecos
Pensé: también mi sombra trabaja para ella
Antes de que el feriado le cerrara las piernas
se lo pedí: le dije: ¡Santa!
¡Peregrina! ¡Madre Constrictora!
No supe bien cómo seguir
Aún no teníamos la gola de profeta
que más tarde ella misma nos hiciera lamiéndonos
de noche las orejas, atornillandonos las tripas
con su farmacopea
Sé quedó para siempre
Es decir: lo que duran los corsos
los chicles, las cenizas
Nos amuró poco después
Era tan tarde que incontinentes
los barcos se derramaban sobre el muelle
Por un tren de aterrizaje miserable y nuevito
nos dejó
contando vidrio, espejo, cuero, quitaesmalte
¡Mercí morena a cuerda! Le grité
¡Vagabunda! Le grité ¡Bataclana! Le grité
a los canarios en el patio
Ahora
robar, lo que se dice robar
ni se llevó la poca fe que había en los estantes
Eso sí, nos quitó el filo
Nos embotó el filo que ella misma
nos había ido sacando
Y la concesión de respirar sus partes
Como quien echa por indignas las flores viejas
de un jarrón con la historia de un héroe epicúreo
pintada al vapor en una lengua muerta
no puso otras
No pasa nada
No pasa nada desde entonces
Se queda un agua sucia al menos en los huecos
Lluvia de largo aliento, lentes empañadas
sal en las clavijas
Y eso que afuera laten cosas todavía
Nadie es perfecta:
de justicia poética tampoco sabía nada
¡Pero qué fuerte estaba!
Nos enseñó todo lo que sé del aire
Un metié en donde cada cosa, incluida la luz
se mide en horas-vuelo
Ahora te vas a fumar ante el pelotón
de los tapiales
Esperás a que se calmen los mercados
a que la lluvia parezca un accidente
a que el alma, vuelta a su punta roma
ya ni corte ni pinche
Sacás al vano tu trono de mimbre
y te mirás los cayos como si fueran elocuente
resumen de tu odisea de barrio
mientras ella
devenida pancarta familiar
canasta mínima vital e inmóvil
devenida una marca de primera necesidad
se pavonea en las góndolas del súper
Sacra en las estampas con su espiga de trigo
Devota en los murmullos de los suplicantes
Tomando sol y sangre
del veloz purasangre del domingo
Y aquel que la conoce
y éste que la nació partiendo parietales
se muerde las cuarenta entrañables de su impar biografía
¡La hubieran visto entonces carajo!
La hubieran visto digo mucho antes
en la mañana negra
negra y tibia aterrizar a gatas
con las tres últimas revoluciones del siglo
untándole la cuerda